miércoles, 2 de marzo de 2016

Transparente,..

¿Y que soy?,…
soy un asterisco, una coma, una interrogación,..
soy una duda constante, recurrente,..
soy una verdad incierta,..

Soy un juglar, una sonrisa, una paloma, un ruiseñor,…

Soy una muerte gozosa, soy un silencio, una flor,..

Soy una piedra herida, arrojada tantas veces,..
contra de mi hermano,..

Soy un verso silente, soy una sonrisa pesarosa,..
soy un arcoíris apagado,.., soy un verso agotado,..
soy una voz,.., una mirada en tus ojos,..
un reflejo,.., una canción,..

Un grito que rompe la noche,..
un susurro o el viento que transita por el follaje,..
eso soy,..

Soy un silencio estridente,…
gutural o profundo,..
una mirada hermosa,
una sonrisa dibujada,..
tus ojos resilentes, castaños,..
brillantes,..

Soy el ave que vuela,..
la gota que cae y se desparrama,..
que se evapora incipiente,..
que no logra presentarse,..

Soy la vida y la muerte,..
soy la mano siniestra, que no deseamos,..
esperando el vocablo, el verbo,..
la redención y la calma,..

Soy el bardo sin nombre,..
sin un lugar fijo en el mundo,..

Soy el musgo que se adhiere,..
a la roca de granito, al filoso peñasco,..

Soy el movimiento sin masa,..
soy el milagro, el apostata,..
soy esa lucha incesante,..
entre mi vulnerabilidad y confianza,..

Soy esa duda imperfecta,..
soy una verdad antes dicha,..
pero sin nombre,..

Y puedo percibir la aurora,..
la luna y los soles de futuros,..
y la desdicha de tantos seres,
en una flamígera flama,..

Transgrediendo con su historia,..
el péndulo que indeleble,..
transita de la gloria al ocaso,..

Soy un espacio finito,..
soy una duda que asoma,..
y una certeza,..

Soy el miedo y el ansia,..
que en ti te provoca la arrogancia,..
y que te mina hasta los huesos y que te hiere,..

Aunque en silencio profundo,..
en el fondo,.., una plegaria,..

Soy un nido de aquel pájaro,..
que ha migrado tantas veces,..

Pero,..

¿Puedes verme,.., percibirme, puedes?,…


Sociedad y leyes

¿Es que acaso podemos hacer lo que nos venga en gana?, ¿podemos?, y la respuesta es no, no podemos, nos limitan las leyes, ellas nos marcan lo que en justicia procede, no obstante, ¿desde dónde provienen las leyes, cual es su origen? Se pueden considerar muchos orígenes o fuentes, la moral, los valores éticos, las costumbres, el sentido común (la vox populi), pero estos criterios, son cambiantes, ellos han ido evolucionando conforme el tiempo va pasando, muchos de estos preceptos guías o rectores, obedecen a los intereses más poderosos de nuestra sociedad moderna actual, los más influyentes, desde hace mucho; al gobierno en sí (ya sea monárquico, feudal, democrático o autoritario), a los grandes poderes económicos (que determinan el modelo productivo de una nación), la iglesia con sus diferentes denominaciones, los dueños de los poderes mediáticos (la prensa, el cine, la TV), que ellos dan fe o tergiversan, el sentido de la realidad de la sociedad de la que se sirven, los grandes sindicatos y asociaciones influyentes representadas, con distintos intereses y ascendientes que justifican dicha representatividad e influencia. Muchas veces, habremos de ver que el individuo aislado, prácticamente no tiene casi ningún poder ni derecho, mientras más totalitario y absolutista un poder sea, la voz del individuo aislado no tiene ningún valor, se dice claramente, que la fuerza de una sociedad, se medirá por su enlace más débil y en México, sin duda, este derecho individual, prácticamente hoy no existe, fuera de los cotos de poder ya existentes, desde hace muchos, muchísimos años.

Partiendo de esta primera premisa, que será muy obvia para casi cualquier mexicano con algo de sinceridad, tendríamos que plantear lo siguiente, ¿cómo podríamos arribar a una sociedad realmente más justa, que la que ahora tenemos?, realmente, ¿fuera de la demagogia sobada ya muy conocida?

Si es todo un tema, que dada la condición tan precaria de México, en prácticamente lo básico y sustancial, la impunidad y la corrupción que invade a todo nuestro país, hace que sea realmente “iluso” que este escenario desastroso pudiera cambiarse razonable y bellamente, ¿reformismo, adecuación, buena fe?, ¿pues de donde podría salirles?, es de allí que nace esta necesidad y búsqueda, encontrar un mecanismo de cambio y transformación de México y a ello nos trataremos de enfocar aquí, pero no sé si logre algo significativo, pero haré el intento.

En 2016, se avienen las elecciones en diferentes niveles del gobierno mexicano, y ya los partidos están haciendo de las suyas, haciendo su “chamba”, sus cochupos, sus alianzas vergonzantes, estratégicas, proponiendo a seres innombrables, pero pragmáticos, que pudiera garantizarles “algún nivel de éxito” o posibilidad de ello, y llegaran las elecciones, se hablara de las candidaturas independientes, unos apoyando, otros denostando, para dar cariz de avance democrático y eventualmente, todo decantara en lo mismo, el “sistema o estado”, se “transforma”, evoluciona y los grupos de poder añejos, desde tiempos inmemoriales, tendrán diferente “etiqueta” y ¿el individuo aislado, el disidente?, su destino seguirá siendo (como siempre), la marginación y el olvido.

¿Cómo pues podría hacerse algo realmente significativo, entonces, dado este opresivo escenario?

Creo, sin parecer demasiado pretencioso, que como sociedad, o sea todos, deberíamos de defender los derechos básicos en principio, ¿y cuáles serian estos?, a mi ver, los básicos y substanciales, son los Derechos Humanos, el Derecho a la vida humana misma, sería el Derecho básico, elemental, como sociedad humana civilizada, no podríamos de ninguna manera justificar el inferir la muerte a otro ser humano. Hemos visto en la historia humana, que con distinta argumentación, el nacionalismo, la defensión de las fronteras, la cultura o la religión; se ha justificado el genocidio, la guerra por cualquier causa, la hambruna en una determinada región (seres humanos de primera y otros que puedan ser desechables), el amasamiento de las riquezas por las grandes corporaciones mundiales y su consecuente defensa a ultranza, no importando en absoluto los derechos no solo individuales, sino los de una comunidad o una nación.

En un determinado momento, ¿vale más el derecho individual que el colectivo?, ¿el “demos”, sobre el individuo aislado, disidente?  y al afirmar tal precepto, vamos arribando al futuro del imperio de la moral configurada “ad hoc”, “a modo”, la misma que obedece a los dueños de los cotos de poder interesados, parecieran posiciones encontradas, y si lo son, porque un interés cancela al otro, pero sin embargo obedecen (la que “gana”) a un determinado grupo interesado y no al individuo disidente, el ser anónimo, que desea, quiere, creer, sentir, pensar y actuar de manera distinta, que quisiera en verdad, como un ser individual y único, encontrar una forma distinta de vivir, pensar y actuar, en nuestra sociedad actual, estos individuos, son marginales, no trascienden, son más bien como combustible que “quema” nuestro sistema y todas las estructuras del estado, concurren a ello, aquellos seres que no coludan con los preceptos necesarios e indispensables, tendrán que pasar al olvido de la historia, eventualmente, muy poco a poco, irán integrándose a la sociedad pero de manera “moderada, discrecional”, pero obedeciendo a ciertos “canones o protocolos”, que deberán ir obedeciendo.

Luego entonces, ¿cómo podría este ser individual, no colapsar?, ¿cómo no podría perderse su voz, su arte, su crítica, su presencia valiosa (por disímbola, diversa, aporta otro enfoque que puede “aerear o refrescar” al sistema)? Creo sin lugar a dudas en principio distender los niveles y los límites de la tolerancia, establecer, lo más posible, las sociedades modernas en constante cambio evolutivo, sin mucho cualificar o ponderar, pues ¿quién podría hacerlo con plena justicia?, ¿quién podría ostentar ese derecho superior para coptar los derechos de los otros?, ¿quiénes juzgarían con plena justicia?, en este punto, las religiones (cada una de ellas, que han existido), han pretendido ser la “supraconsciencia” de la humanidad y consideran que están por encima de las leyes humanas vigentes, sus leyes rectoras son “divinas” (provienen de Dios o del rector máximo omnisciente) y por lo tanto son incuestionables y deben ser total y plenamente obedecidas (y desde allí se han “validado” y “justificado” enormes crímenes de manera masiva, genocidios históricos descomunales, queriendo cada una, prevalecer una sobre las otras, cada quien se dice, la verdad superior o universal que debe prevalecer).

Vemos entonces dispuestas, tres fuerzas o vectores (más o menos), en pugna, la sociedad en si como un todo (sincrética, iconoclasta) o fragmentaria, el individuo, que puede o no amoldarse al sistema, el sistema de leyes, lo que se decía como el “stablishment”, los gobiernos, la policía, los jueces, los poderes legislativos, cada una de ellas puede dimensionarse de manera distinta, la sociedad como un todo por ejemplo, nos pliega a las “raíces culturales”, al “folk” a la “querencia”, al engreimiento, a los apegos culturales, y esto mismo nos inhibe o hace que se estrese nuestro ser al enfrentarse a nuevas culturas y sistemas éticos y de valores que pudieran ser muy distintos a los nuestros, el individuo aislado, deberá amoldarse a estos patrones o modelos nuevos, sino es que quiere verse aislado o exiliado, marginado y ya por último el “gobierno, el estado”, cuidador y policía del ciudadano, que vigilara que este (el individuo), no se “salga de la ley que prevalece”, que no necesariamente es la que está suscrita en la carta magna por ejemplo, en México, el mentir, engañar, robar y transar, es la ley, quien no lo haga, tendrá todo el efecto de su ruptura (de esta “ley”, harto conocida y no escrita).