martes, 23 de mayo de 2017

Que lastima,..

¡Que lástima,
que yo no pueda cantar,
a la usanza de este tiempo,
lo mismo que los poetas de hoy cantan!

¡Que lástima que yo no pueda entonar
con una voz engolada,
esas brillantes romanzas a las glorias de la patria!

¡Y que lástima
que yo no tenga siquiera una patria!

Porque, sé que la historia es la misma, la misma siempre,
que pasas desde una tierra a otra tierra, desde una raza a otra raza,
como pasan, esas tormentas de estío, desde está aquella comarca.

¡Y que lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!

Debí nacer en la entraña de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada:
pase los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría en la Montaña,
después… ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estas tierras me levanta ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo rio que pasa rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.

¡y que lástima que yo no tenga una casa!

Una casa, solariega y blasonada,
una casa en que guardara a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
y el retrato de un mi abuelo que ganara una batalla.

¡Que lastima que yo no tenga un abuelo que ganara una batalla,
retratado con una mano cruzada en el pecho, y la otra mano en el puño de la espada!

¡Y que lastima que yo no tenga siquiera una espada!
porque…, ¿qué voy a cantar, si soy un paria, no tengo patria,
ni una tierra provinciana, ni una casa solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?

¿Que voy a cantar? si soy un paria que apenas tiene una capa!

Sin embargo…
en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria,
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
un libro tengo también, y todo mi ajuar se halla
en una sala muy amplia y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.

Tiene una luz muy clara
esta sala tan amplia y tan blanca…
una luz muy clara
que entra por una ventana,..

Y a la luz de esta ventana,..
vengo todas las mañanas,
aquí me siento, sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas,
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente al través de la ventana.

Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.

Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias de Pastrana
y esa niña, que va a la escuela de tan mala gana.

!Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.

!Que gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata¡

Yo me rio mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa…
ella entonces me llama ¡tonto!, y se marcha.

¡Pobre niña! ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana,
ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.

Que un día se puso mala,
muy mala….
y otro día doblaron por ella, ha muerto las campanas.

Y en una tarde muy clara,
por esta calle tan ancha,
a través de la ventana,
vi como se la llevaban,
en una caja muy blanca…
en una caja muy blanca,
que tenia un cristalito en la tapa,
por este cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana…
al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre el cristalito de
aquella caja tan blanca.

Todo el ritmo de la vida pasa
por este cristal de mi ventana…

Y la muerte tambien pasa!

!Que lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara una batalla
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria que apenas tiene una capa…

Venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!

León Felipe,.. (gracias,…)


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