Quisiera decir, expresarlas, no callarlas,..
no ya aislarme,..
Encaminarme hacia mi sendero solitario,..
Recluirme en esa oquedad de roca, de granito,..
Cubrirme, ya de los dardos de Cupido,..
Desde que me recuerdo,
arrobado a esa dulce niña, de tierna voz,..
de bellas trenzas,..
mi corazón ya vibraba, suspiraba,.., ya temblaba,..
me encantan las mujeres,..
desde que me acuerdo,..
desde que me acuerdo,..
En mi niñez, un gran enorme paréntesis,…
Pareciera desierto el tema, agotado, acabado,..
Hasta que llegó esa linda jovencita,..
pequeña traviesa,…
empujado por amigos más grandes,…
la invito al arbol, a besarnos,….
Nunca yo lo había hecho, suponía,..
Ella se tendió hacia atrás, cerro sus ojos,..
¿Y yo?, ¿qué hago Dios mío que hago?,..
¿le tomo su cara?, ¿le toco su cuerpo?,
¿y si toco sus pequeños senos?,…
¿me aproximo poco a poco?,..
¿Abro mis labios?,.., ¿suspiro, no suspiro?,…
Dios, ¿qué hago?,...
Y luego esta dulce y bella flor, me atrae hacia su boca,..
¡Que hermoso!, o Dios, me pierdo,..
¡que linda sus labios en mis labios!,..
con ternura, con paciencia, lento, lento,…
Con sonrisas, casi con cosquillas, mariposas,
temblaba todo mi cuerpo y no hacia frío,..
Oh y era de noche,…
Pero mi aurora ya brillaba,.., ¡fulguraba!,..
o Dios que hermoso,.., que glorioso,..
